Maniguetas antibacterianas

Aún no han sido inventadas, pero en un futuro, no muy lejano, seguramente las empezarán a fabricar gracias a un equipo de investigadores del Instituto Fraunhofer para la Tecnología Ambiental, Energética y de Seguridad (UMSICHT) en Oberhausen, Alemania, que está comprobando cómo puede usarse el dióxido de carbono para impregnar plásticos.

En las pruebas, el equipo de Manfred Renner incluso ha logrado impregnar policarbonato con nanopartículas que le dan propiedades antibacterianas. Las bacterias E. coli, depositadas sobre la superficie del plástico en el laboratorio de alta presión del instituto, murieron en su totalidad. Esta función bactericida podría ser aprovechada en los mangos de las bicicletas impregnando estos con las mismas nanopartículas. Las pruebas realizadas con sílice y con el antiinflamatorio flurbiprofeno también tuvieron éxito.

El proceso tiene un potencial enorme, ya que el dióxido de carbono no es inflamable ni tóxico, y resulta barato. Aunque es capaz de presentar las citadas propiedades parecidas a las de los disolventes, no tiene los mismos efectos dañinos para la salud y el medio ambiente que sí poseen, por ejemplo, los disolventes utilizados en las pinturas.

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