El ejercicio físico y la depresión

El siguiente artículo lo escribió Víctor Navarro, siquiatra de la Universidad de Barcelona.

No disponemos hasta el momento de información suficiente para afirmar con certeza que el ejercicio físico mejora o cura los episodios depresivos. Hasta el momento, tampoco es posible afirmar de qué forma el ejercicio físico actuaría terapéuticamente sobre la depresión. No obstante, ciertos estudios sí sugieren que la actividad física podría mejorar estos síntomas en depresiones leves o moderadas.

Desde hace aproximadamente 20 años han sido publicados multitud de artículos centrados en la evaluación de la posible utilidad terapéutica de la actividad física sobre la depresión. Por desgracia, la mayor parte de los estudios publicados a este respecto carecen de una metodología científica adecuada, hecho que limita la posibilidad de establecer conclusiones concluyentes de los resultados obtenidos.No obstante, globalmente hablando, dichos estudios sugieren que el ejercicio físico moderado ejerce un efecto profiláctico y, sobretodo, terapéutico en las depresiones leves o moderadas. En las depresiones graves la prescripción de ejercicio físico como tratamiento antidepresivo, simplemente no es factible, pues los propios síntomas depresivos -como la apatía, la pérdida de motivaciones y la pérdida de capacidad de disfrutar- impiden que dicho tratamiento pueda llevarse a cabo. A partir de los estudios publicados tampoco es posible afirmar de qué forma el ejercicio físico actuaría terapéuticamente sobre la depresión.
Esencialmente son tres las hipótesis más evaluadas:

El ejercicio físico aumenta la liberación de endorfinas en sangre. Estos opiáceos naturales, si bien tienen un efecto relajante y de bienestar, no ha podido demostrarse que modifiquen el funcionamiento bioquímico del cerebro.
El déficit de algunos neurotransmisores (como la noradrenalina o la serotonina) podría ser la causa de la mayor parte de los episodios depresivos. El ejercicio físico se ha sugerido que podría aumentar la cantidad de neurotransmisores en el cerebro. No obstante, este hecho todavía no ha podido demostrarse en los humanos.
El ejercicio físico facilitaría la focalización de la atención del paciente sobre aspectos gratificantes que sustituirían a las preocupaciones o pensamientos de desesperanza propios del paciente afecto de una depresión.
En base a lo aquí expuesto parece adecuado, cuando la intensidad de la sintomatología depresiva lo permita, sugerir la práctica de una actividad física moderada a pacientes afectos de una depresión. No obstante, igual de importante será saber discernir qué pacientes, por la gravedad de sus síntomas depresivos, son incapaces de realizar este tratamiento. En este subgrupo de pacientes graves, el sugerir la realización de cualquier actividad programada (física o de cualquier otro tipo) puede ser perjudicial por agravar su sentimiento de incapacidad, de culpa y de baja autoestima.

Fuente

Bibliografia:

Daley A. Exercise and depression: a review of reviews. J Clin Psychol Med Settings 2008;15:140-147.
Dunlop BW, Self RL. Exercise for depression: efficacy, safety and clinical implications. Psychopharmacol Bull 2008;41:65-75.
Rot M, Collins KA, Fitterling HL. Physical exercise and depression. Mt Sinai J Med 2009;76:204-214


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